sábado, 24 de marzo de 2012

La guardia cerrada y la vista al frente


No todo el mundo entiende cuando dices que entrenas con un grupo de personas que se vendan las manos, se ponen guantes y boxean. Te preguntan casi asustados que si te pegas con otros, que si no da miedo, que tenga cuidado y todas esas afirmaciones hijas de la ignorancia, el más puro no saber.
No es fácil que comprendan que cada golpe encajado es fruto únicamente de una guardia baja, es el camino para mejorar. No se trata de golpear más fuerte que nadie, sino de golpear una vez más. No es ser más valiente que tu oponente, sino aguantar tu miedo un segundo más que él. El fin único es ser mejor que uno mismo, romper los límites propios. Crecer más fuerte.
El combate es fiel reflejo de la vida en sí misma. Un caballero lo es desde el primer campanazo, y el insensato no tiene lugar en una disciplina que impone equilibrio y saber estar. Es difícil explicar que el abrazo entre dos hombres que acaban de cruzar guantes es sincero y agradecido.
Gracias, David y Sergio, por enseñarme el camino. Gracias, Paco, por la integridad y la dedicación antes, durante y después de sonar la campana. Gracias a todos los hombres y mujeres del O2, por hacerme un sitio entre vosotros.