domingo, 27 de febrero de 2011

De Jazz y ausencia de luz


Pasaron las Jornadas de Jazz de la UNED y pasaron las noches de conciertos y jam sessions. Toda una experiencia esta última edición por ser la primera en la que se muestran fotografías de nuestra promoción en la EAMM, y por poder volver a disparar durante tres conciertos realmente reseñables. Pero la acción de verdad, el jazz en estado puro se ve en los locales, de noche.
La ausencia de luz te permite observar más detenidamente. Te obliga a ello, te vuelves más selectivo. Y mientras tanto disfrutas del momento, del estado casi místico del músico en el escenario. Todo fluye como en un extraño culto dionisíaco. Amparados por la oscuridad dando rienda suelta a los impulsos más primitivos y pasionales, abstraídos del mundo, sólo el instrumento habla.
Enfocas, se mueve y disparas.

martes, 22 de febrero de 2011

De nuevo Granada






Poco a poco y con paso seguro. A fuego lento, como se forjan los grandes imperios.
Granada se empieza a convertir en una constante.
Una segunda entrega en fotografías, no diré la última.

miércoles, 9 de febrero de 2011

No queda sino batirnos




Lo cierto es que no sé cómo abordar esta entrada. No es fácil escribir sobre un escritor que ha sido reportero de guerra. Menos si se llama Arturo Pérez-Reverte. Y menos aún si el que teclea tiene cerca de doce libros suyos en la estantería.
Aquí el que suscribe pasó su adolescencia y la entrada en su segunda década lleno de barro en Flandes con el Tercio Viejo de Cartagena. Llevé el cinto lleno de hierro, la toledana a la siniestra, la vizcaína escondida tras el jubón, por si la cosa se ponía fea en las callejas de Madrid. Aprendí a maldecir al que desde la comodidad del trono habla del honor y la gloria sin conocer uno ni otra, pero también aprendí a reclamar mi derecho a luchar por ello.

Anoche presentaba el de Cartagena "El Asedio" en la UNED de Melilla, y yo quería estar allí. Tenía que estar allí.
Con las credenciales que a uno le otorgan llevar una mochila y cargar un objetivo en la cámara (y con muy poca vergüenza) asistí en primera línea a su rueda de prensa, documentándola.
Los que le leemos sabíamos qué ibamos a escuchar, pero qué demonios, por eso le leemos. Impecable en el trato humano, férreo en sus principios. Un tío con dos cojones, si me lo permiten.

Tras la rueda de prensa me armé de valor, no podía dejarlo ir. Con mucho tiento y una sonrisa bobalicona me presenté y le pregunté si le importaría que le hiciera un retrato. Asintió sonriente, adoptó una pose natural y despreocupada. Encuadro, mira a cámara y de repente algún conocido lo saludó. Él miró hacia su izquierda, felíz por el encuentro, y ahí estaba el puñetero instante decisivo que me había jodido el retrato del escritor, pero me había dado el momento. Maldije a Cartier-Bresson. Realmente había retratado a Pérez-Reverte sin artificio.

No soy imparcial, lo sé, pero fue una grata experiencia. Sus libros me acompañaron en buenos y malos momentos (es el poder del negro sobre blanco), me enseñaron a respetar, a forjar mis principios, mis leyes. A luchar sin descanso, porque al fin y al cabo no queda sino batirnos, pardiez.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Una mañana de buena luz.




"En la morfología del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada."


Ortega y Gasset.


Película de formato medio forzada dos pasos.
Revelador, paro y fijador.
Una mañana de buena luz y el ostracismo de un cigarro manchado de carmín.