miércoles, 9 de febrero de 2011

No queda sino batirnos




Lo cierto es que no sé cómo abordar esta entrada. No es fácil escribir sobre un escritor que ha sido reportero de guerra. Menos si se llama Arturo Pérez-Reverte. Y menos aún si el que teclea tiene cerca de doce libros suyos en la estantería.
Aquí el que suscribe pasó su adolescencia y la entrada en su segunda década lleno de barro en Flandes con el Tercio Viejo de Cartagena. Llevé el cinto lleno de hierro, la toledana a la siniestra, la vizcaína escondida tras el jubón, por si la cosa se ponía fea en las callejas de Madrid. Aprendí a maldecir al que desde la comodidad del trono habla del honor y la gloria sin conocer uno ni otra, pero también aprendí a reclamar mi derecho a luchar por ello.

Anoche presentaba el de Cartagena "El Asedio" en la UNED de Melilla, y yo quería estar allí. Tenía que estar allí.
Con las credenciales que a uno le otorgan llevar una mochila y cargar un objetivo en la cámara (y con muy poca vergüenza) asistí en primera línea a su rueda de prensa, documentándola.
Los que le leemos sabíamos qué ibamos a escuchar, pero qué demonios, por eso le leemos. Impecable en el trato humano, férreo en sus principios. Un tío con dos cojones, si me lo permiten.

Tras la rueda de prensa me armé de valor, no podía dejarlo ir. Con mucho tiento y una sonrisa bobalicona me presenté y le pregunté si le importaría que le hiciera un retrato. Asintió sonriente, adoptó una pose natural y despreocupada. Encuadro, mira a cámara y de repente algún conocido lo saludó. Él miró hacia su izquierda, felíz por el encuentro, y ahí estaba el puñetero instante decisivo que me había jodido el retrato del escritor, pero me había dado el momento. Maldije a Cartier-Bresson. Realmente había retratado a Pérez-Reverte sin artificio.

No soy imparcial, lo sé, pero fue una grata experiencia. Sus libros me acompañaron en buenos y malos momentos (es el poder del negro sobre blanco), me enseñaron a respetar, a forjar mis principios, mis leyes. A luchar sin descanso, porque al fin y al cabo no queda sino batirnos, pardiez.

2 comentarios:

  1. Muy buena foto cuñao, ojala algun dia me hagas un retrato asi jeje. Abrazo

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  2. Increíble el momento y su foto correspondiente ^^

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