viernes, 18 de marzo de 2011

Ça va, amigo.


Entre su pobre castellano y mi casi olvidado francés nos entendemos. Todas las tardes, antes de entrar en clase cambiamos unas palabras. Me dice cómo va el tiempo, se lamenta cuando llueve porque trabaja menos, me pregunta por mi familia, me dice que la suya está en Beni Enzar.

Ça va, amigo.


Hay días que lo observo de lejos, lo veo cabizbajo, pensativo. Triste, cansado o ambas. Llego a su lado, le saludo y se esfuerza por mostrarme una sonrisa. Hoy parece que llueve, me dice, pero no le importa, señala al cielo y se toca el pecho, dando las gracias por poder seguir de pie, con salud. Jamás me pide nada, pero acepta de buen grado cuando le ofrezco cualquier cosa. Que dios te guarde a ti y a tu familia, dice. Hoy quise hacerle un retrato y aceptó encantado, pero puso una condición. Mañana otra, pero tú conmigo.
Seguramente nunca conoceré a su mujer ni a sus hijos, pero si algún día los viera me encantaría decirles que su padre es un gran hombre, incansable y obstinado. Honrado y trabajador.

Mañana estaré encantado de hacerme una foto con él.

3 comentarios:

  1. me has puesto el bello de punta...
    ..
    .... si señor.

    Saludos Salva!

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Salva, que te he escrito desde otro perfil. Me encanta el texto y el retrato, tienen mucha fuerza. Te sigo mucho, me encanta tu trabajo.

    Un beso.

    Raquel.

    ResponderEliminar